viernes, 30 de noviembre de 2007

La responsabilidad de la sociedad en la convivencia


La escuela es un reflejo de la sociedad, y a la vez pretende ser un lugar de cambio. Los alumnos no son tablas rasas a las que modelar al antojo de un ideal, de un paradigma, por dos motivos principalmente: en primer lugar porque trabajar con seres humanos implica tener en cuenta su derecho a decidir por sí mismos, y en segundo lugar porque no existe un único paradigma social de lo considerado como ideal.

Los medios de comunicación, por ejemplo, transmiten en muchas ocasiones modelos de conducta y de relación entre personas saturados de violencia y carente de valores; Los niños y jóvenes perciben a través de programas de dibujos animados y videojuegos que la violencia es el recurso habitual para resolver los problemas, de tal modo que perciben que es eficaz e inevitable para solucionarlos; El mundo laboral se basa en muchas ocasiones en la competitividad, la rivalidad...

¿Qué reciben así los niños y jóvenes de la sociedad? No se trata de meterles en una burbuja: tienen derecho -y obligación- de saber lo que pasa y por qué pasa a su alrededor; lo que no se puede es mostrarles sólo el lado sensacionalista de las cosas y privarles de la experiencia de cuáles son las consecuencias a largo plazo, cuáles las opciones para cambiar esas consecuencias o prevenirlas, cuáles los beneficios.

Como decía al principio, la escuela es un reflejo de la sociedad, pero también pretende ser un lugar de cambio: se pueden y deben poner en práctica prácticas de gestión de la convivencia, pero su efectividad real, su generalización fuera de las aulas, queda condicionada en gran medida por lo que los niños y jóvenes perciben de lo que la sociedad les transmite, de lo que ellos -consciente o inconscientmente- creen que es lo "normal".

lunes, 26 de noviembre de 2007

¿Cómo transformar el conflicto en algo productivo?


Cuando un alumno presenta conductas disruptivas que impiden el desarrollo normal de la clase, como medida extraordinaria puede ser enviado a un aula en la que realizar tareas relacionadas con las actividades que tuvieran que hacer en el aula ordinaria. Insisto en que, tal y como mantenía en un artículo anterior, el término “ aula de convivencia” para este espacio no me parece adecuado, debiendo, a mi juicio, denominarse “aula de tratamiento del conflicto o de reflexión”, por ejemplo.

Lo que me planteo es si el uso que se le da a esta aula es realmente educativo, si enviar a ese espacio a ese alumnado resuelve realmente el problema, el motivo por el cual se ha producido el conflicto, o si es simplemente un castigo, un modo de “quitarle de en medio” para que no moleste, molestia tanto para el profesor como para el resto de alumnos.

Sería interesante aprovechar el tiempo que el alumno estuviese en dicha aula para trabajar también con él aspectos tales como la reflexión y la autoobservación de actitudes, acciones y causas que las provocan, alternativas posibles, distintas soluciones, sentimientos que todo ello produce tanto a uno mismo como a los demás, respeto por uno mismo, por los demás y por el entorno...

Entiendo que, de este modo, el conflicto se podría transformar en algo productivo y pedagógico que enriqueciera al alumno desde su propia reflexión y compromiso, acorde con el planteamiento de formación integral que la educación debe perseguir.

jueves, 22 de noviembre de 2007

La acción tutorial como herramienta para mejorar la convivencia


La acción tutorial es un instrumento básico en la acción educativa en cuanto a que permite un asesoramiento y orientación personal a los alumnos, por parte de un profesor-tutor. El contacto individualizado, directo y personal, permite detectar desequilibrios psicológicos en alumnos que pueden conllevar un riesgo personal y grupal para la convivencia en el aula, riesgo que deberá minimizarse a través de una adecuada intervención del tutor, cuyo objetivo será lograr un desarrollo afectivo y un equilibrio personal óptimo para que la dinámica de la convivencia en el aula sea posible y productiva para todos los que en ella participan, tanto a nivel individual como grupal.

Trabajar en tutoría para detectar casos de riesgo implica plantear, individualmente y en grupo, reflexiones, contenidos y propuestas, tanto del ámbito personal como escolar. Estas propuestas pueden referirse a conocerse a uno mismo y al grupo (personalidad, forma de ser... y apreciarse), analizar la diferencia entre la paz y la ausencia de violencia, , discriminar entre distintos tipos de acoso, apreciar los derechos humanos, trabajar la formación en valores... favoreciendo para ello la capacidad de comunicarse, de trabajar en equipo, de identificar y resolver problemas de modo dialogante y consensuado a partir de experiencias o situaciones vividas en el grupo o que les resulten cercanas, puesto que las emociones y los sentimientos favorecerán su implicación.

Una vez más destaco el papel de las emociones y los sentimientos en el tratamiento del conflicto en aras de una óptima convivencia en el aula y en el centro escolar. Apreciar y valorar los propios sentimientos y los de los demás es el primer paso para superar la percepción de que los diferentes deseos, necesidades e intereses son incompatibles, posibilitando el acercamiento imprescindible para el entendimiento.

El conflicto puede ayudar a “crecer” al alumno si es manejado a través del diálogo y la escucha activa, de la negociación y la mediación.

lunes, 19 de noviembre de 2007

El papel de la familia como germen de la convivencia


La escuela enseña y educa, pero no suple la parte de la enseñanza y la educación correspondiente a la familia como agente primario de socialización.

La familia es la responsable primera de la enseñanza de la convivencia, en su propio seno: desde la infancia se inculcan los valores que posibilitan un ambiente sano de convivencia; El mejor modo de educar en casa es el ejemplo: el respeto a los demás, respetar el turno de palabra, comprender al otro y respetarlo aunque no se esté totalmente de acuerdo, compartir, esforzarse, ayudar, respetar la autoridad y discutirla/rebatirla con argumentos si no se cree justa, fomentar el diálogo... Es decir, aprender a convivir en la familia como paso previo para poder y saber convivir en la escuela.

Que las estructuras familiares son heterogéneas es un hecho, al igual que la falta de tiempo que dedicar a los hijos, lo cual no significa que no se pueda aprovechar el tiempo del que cada uno disponga. Educar a un hijo es una gran responsabilidad y no es fácil puesto que se compite con otros agentes sociales muy atractivos para niños y jóvenes y que no siempre resultan ser educativos (medios de comunicación, nuevas tecnologías, nuevas formas de ocio y tiempo libre...)

Por ello, el papel de la familia es imprescindible, y complementario al de la escuela; Es necesario que ambos agentes interactúen en la educación del niño o adolescente; ésto sería ya de por sí un ejemplo de fomento del diálogo, estupendo ejemplo para los niños.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Alumnos mediadores


Que los valores están cambiando es evidente: predominan en nuestra sociedad el consumo, el poder y la imagen, cambiando también la manera de afrontar los problemas, los conflictos, las situaciones cotidianas, y la escuela es un fiel reflejo de lo que ocurre en esta sociedad.

También ha variado en la escuela el modo de resolver los conflictos: se ha pasado de la autoridad indiscutible del maestro, en la que se imponían las soluciones en forma de sanción generalmente, a una concepción educativa del tratamiento del conflicto en la que los alumnos comienzan a cobrar un papel protagonista, el papel de ayudante o de mediador en la resolución del conflicto.

Los alumnos ayudantes o mediadores requieren unas características especiales y formación en técnicas para escuchar y para actuar, que no son sino contenidos de los temas transversales, como Educación para la Paz y la Convivencia, que se concretan en capacidades, actitudes y valores para interrelacionarse con los demás y valorar distintas opciones y soluciones.

Por ello, las experiencias que se lleven a cabo en este sentido pueden y deben hacerse extensiva a las aulas, a todos los alumnos, puesto que serán herramientas que los alumnos necesitarán a lo largo de su vida cotidiana, dentro y fuera del aula.
Es necesario que TODOS los alumnos se comprometan con la resolución de los conflictos y que se responsabilicen con el compromiso de implementar nuevas soluciones. Al fin y al cabo, hablamos de una educación integral.

jueves, 15 de noviembre de 2007

El papel del profesorado en la convivencia en el aula.

El profesor es una parte importante en esta convivencia y un elemento clave en la resolución de los conflictos que en ella se produzcan. El modo de ver y tratar el conflicto no es igual para todos los profesores, incluyendo desde los que sienten cierta añoranza a los métodos de antaño hasta los que intentan ser un “colega” para los alumnos, ambas posturas con sus ventajas e inconvenientes.

El conflicto puede venir también desde fuera del aula, a nivel institucional, dándose posturas del profesorado ante el conflicto que no tienen porqué coincidir con la filosofía del centro recogida en los documentos programáticos del mismo.

Me pregunto hasta qué punto el profesorado carece de recursos básicos para afrontar diferentes soluciones, para mantener una armonía entre el grupo, del que es un miembro más, de tal modo que sea capaz de detectar los conflictos, analizar las repercusiones del problema y establecer estrategias para afrontarlos; no me refiero sólo a instrumentos o habilidades para controlar la disciplina, sino más bien a la capacidad o habilidad para empatizar con los alumnos, para dialogar y negociar, para reconocer los límites y las posibilidades del grupo.

Mi propuesta sería, en primer lugar, que el profesorado sepa cuáles son las normas de convivencia del centro (derechos y deberes) y se implique en su implementación desde la responsabilidad y convencimiento de que tiene un papel importante como ‘movilizador’ de las conciencias de sus alumnos; posteriormente, sería necesario que los profesores conocieran la realidad de los conflictos fuera del aula: costumbres de otras culturas, distintas formas de concebir la vida social, concepto de “implicación en el grupo” e “individualidad” que tienen los alumnos... conocimiento que, además de ser fruto de la inquietud e interés de los profesores individualmente, podrían facilitar los centros a través de cursos de formación, seminarios y charlas formativas e informativas.

A mi juicio, éste sería un camino para que el alumno no percibiera al profesor como “el enemigo”, sino como alguien que se interesa por ellos, por lo que piensan y sienten, alguien capaz de hacerles partícipes de la necesidad de su responsabilidad e implicación en su vida diaria, dentro y fuera del aula, en su propio beneficio y en el del grupo al que pertenecen, ya sea familia, amigos, sociedad... o en cualquier otro ámbito en el que deban convivir con otros.

martes, 13 de noviembre de 2007

El aula de "convivencia": ¿es adecuado este término?


El Aula de Convivencia en los centros es un espacio al que, una vez agotados los recursos ordinarios recogidos en el Reglamento de Régimen Interno (amonestaciones verbales, partes de comportamiento...) se deriva a los alumnos cuando su conducta no permite que la clase se imparta con normalidad, alegando motivos como interrumpir hablando o mediante ruidos, usar el móvil, hacer un uso indebido de los materiales o las instalaciones, desafiar al profesor o darle contestaciones impertinentes, agresiones físicas o verbales a compañeros, falta de puntualidad, tareas no acabadas reiteradamente...

En esta aula, un profesor de guardia presta al alumno una atención personalizada para ayudarle a reflexionar y orientarle hacia el compromiso para la mejora de sus actitudes, estableciendo compromisos de actuación para la mejora de la convivencia escolar, a partir del reconocimiento del daño causado, la asumción de su responsabilidad y la reparación del mismo.

Yo me planteo si el término Aula de "Convivencia" es adecuado para este espacio, puesto que en realidad acudir allí, para el alumno es un castigo, y que este alumno reflexione sobre qué ha hecho, por qué lo ha hecho y cómo compensarlo o rectificarlo no debería percibirlo como castigo si se pretende que tenga un efecto realmente educativo.

Pienso que Aula de Convivencia debe ser el aula ordinaria puesto que es allí donde conviven profesores y alumnos, donde se debe buscar la interacción positiva, mientras que este lugar de reflexión y trabajo individual debería denominarse Aula de Tratamiento del Conflicto, por ejemplo, puesto que su función es orientadora, tutorizadora, de prevención de acoso y de mediación.

domingo, 11 de noviembre de 2007

La competencia emocional, factor clave de la convivencia escolar.

La inteligencia emocional es la capacidad o habilidad que tenemos las personas para controlar y equilibrar nuestros sentimientos, haciéndonos conscientes de nuestras carencias y potencialidades, de tal manera que podamos regular nuestras acciones y superar nuestras frustraciones.

El desarrollo de la inteligencia emocional, además de ayudarnos a regular nuestros procesos cognitivos y de aprendizaje, nos permite también empatizar con otras personas, comprender a los demás, de tal manera que las relaciones que establezcamos sean productivas para ambas partes.

El desarrollo de la inteligencia emocional desde la escuela es un medio de incrementar el sentimiento de pertenencia al grupo y la capacidad de trabajar en equipo. La ventaja es, por tanto, doble: a nivel de grupo/social, favoreciendo la cohesión e implicación en el bien común; y también a nivel individual, puesto que permite potenciar el desarrollo personal y mejorar el rendimiento académico.

Para lograr un adecuado contexto para la convivencia escolar, desde la escuela se debe insistir en la enseñanza del manejo de las emociones y los sentimientos (la rabia, la impulsividad, la ansiedad, la inseguridad, la autoestima...) de tal modo que los alumnos adquieran una competencia emocional y social tal que sean capaces de solucionar los conflictos que se puedan encontrar en su día a día, tanto a nivel intrapersonal como interpersonal; La competencia emocional y las habilidades sociales de alumnos y profesores determinarán sus interacciones sociales y el clima de la convivencia escolar.

Parece que socialmente interesa más ver sólo la parte negativa del conflicto, los casos más conflictivos y llamativos, especialmente desde los medios de comunicación; es necesario ensalzar la parte educativa de la resolución de los conflictos: la adquisición de habilidades sociales tales como el diálogo, la comunicación, el debate..., que facilitan un clima de relaciones positivo que, a su vez, mejorará la disposición a solucionar los conflictos del día a día, no sólo en el ámbito escolar, sino en la vida cotidiana de los alumnos, como parte de una formación integral.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Elaboración del Reglamento en el centro escolar


La convivencia armónica entre todos los miembros de la comunidad educativa es clave para la gestión de un centro educativo. Para ello es necesario establecer unas normas que regulen el funcionamiento democrático de los mismos, que sirvan como prevención de la aparición de los conflictos, y lo ideal es que todos los miembros de la comunidad escolar participasen democráticamente en su elaboración. Estas normas quedan recogidas en el Reglamento de Régimen Interno de los centros -RRI-, con la idea de indicar a profesores y alumnos cómo actuar en determinadas situaciones. al ser conscientes de las consecuencias que pueden tener sus actos.

Me planteo la duda de cómo lo percibe el colectivo de alumnos, puesto que en muchos casos ven estas normas como algo arbitrario, impuesto institucionalmente por los adultos, más que como un medio para autorregular su comportamiento en aras del bien de la comunidad, y suyo propio. Les preocupa más cuáles son las consecuencias individuales que se derivan de lo que hagan mal, que los beneficios que conlleva para el grupo hacerlo bien; símplemente los términos REGLAMENTO y RÉGIMEN ya les pueden crear cierto rechazo.

Quizá por ello creo que es muy importante una concienciación del alumnado en cuanto a la necesidad de su participación responsable en la toma de decisiones respecto a estas normas. Institucionalmente, desde la participación en el Consejo Escolar, se les posibilita hacerlo a través de sus representantes en el mismo, pero no olvidemos que los votos de profesores -y de los padres- son mayores en número que los de los alumnos.
Muchos profesores tratan, a nivel de aula, de consensuar con los alumnos las reglas/normas de funcionamiento de la clase, fomentando así una participación más directa, una mayor implicación y sentido de pertenencia al grupo, al igual que la necesidad de intervenir sobre sus propios compañeros si perturban esas opiniones negociadas por todos. Es decir, brindares la oportunidad de ser partícipes y responsables -como deber-, y no sólo receptores de imposiciones externas -como obligación-, permitiéndoles además aprender a trabajar en equipo, respetar a los demás, negociar y dialogar, empatizar, tolerar, consensuar, reflexionar...

No es fácil, pero es necesario: requiere un cambio de mentalidad importante, tanto de profesores como de alumnos. No quiere decir que los problemas y los conflictos se vayan a erradicar, porque es algo intrínseco de la convivencia, pero implicar al alumnado en el tratamiento del conflicto podría mejorar su resolución.

martes, 6 de noviembre de 2007

¿Qué significado tiene la convivencia escolar?


La Real Academia de la Lengua Española define convivencia como "Acción de convivir: vivir en compañía de otro u otros" ; Una de las acepciones de vivir dice así: "Obrar siguiendo algún tenor -orden firme y estable- o modo en las acciones, en cuanto miran a la razón o a la ley"

Atendiendo a esto último, todo grupo debe regirse por unas normas mínimas que traten de garantizar la organización del grupo, y un funcionamiento pacífico y provechoso para todos sus miembros. Dado que cada persona es única, tiene su propio modo de pensar, ser e interactuar con los demás, es lógico que cuando varias personas conviven surjan discrepancias en el modo de entender y poner en práctica dichas normas, originándose conflictos de convivencia.

La discrepancia en la vida cotidiana de la escuela es un fenómeno necesario, y debe serlo, puesto que se pueden poner de manifiesto necesidades y se pueden buscar soluciones. El problema surge cuando el diálogo no se traduce en una intención de mejora y colaboración, sino que las situaciones se convienten en enfrentamientos, surgiendo los conflictos de convivencia.

Los alumnos no son ajenos a este fenómeno: en su convivencia diaria surgen conflictos. La cuestión es hasta qué punto los profesores deben resolver esos conflictos o si es más beneficioso enseñar a que ellos los resuelvan solos, refiriéndome con esto a la formación de alumnos ayudantes como paso previo a la formación de alumnos mediadores, con el fin de gestionar los conflictos entre iguales.