Cuando un alumno presenta conductas disruptivas que impiden el desarrollo normal de la clase, como medida extraordinaria puede ser enviado a un aula en la que realizar tareas relacionadas con las actividades que tuvieran que hacer en el aula ordinaria. Insisto en que, tal y como mantenía en un artículo anterior, el término “ aula de convivencia” para este espacio no me parece adecuado, debiendo, a mi juicio, denominarse “aula de tratamiento del conflicto o de reflexión”, por ejemplo.
Lo que me planteo es si el uso que se le da a esta aula es realmente educativo, si enviar a ese espacio a ese alumnado resuelve realmente el problema, el motivo por el cual se ha producido el conflicto, o si es simplemente un castigo, un modo de “quitarle de en medio” para que no moleste, molestia tanto para el profesor como para el resto de alumnos.
Sería interesante aprovechar el tiempo que el alumno estuviese en dicha aula para trabajar también con él aspectos tales como la reflexión y la autoobservación de actitudes, acciones y causas que las provocan, alternativas posibles, distintas soluciones, sentimientos que todo ello produce tanto a uno mismo como a los demás, respeto por uno mismo, por los demás y por el entorno...
Entiendo que, de este modo, el conflicto se podría transformar en algo productivo y pedagógico que enriqueciera al alumno desde su propia reflexión y compromiso, acorde con el planteamiento de formación integral que la educación debe perseguir.
4 comentarios:
Estoy de acuerdo con el papel tan importante que tiene la familia en la educación para educar en la prevención del acoso, pero también es necesario que se eduque para ser valiente e intervenir ante él. Soy una madre preocupada la situación de acoso que vive mi hijo en el instituto, en segundo de la ESO. Un par de repetidores tienen atemorizados a mi hijo y a varios compañeros con amenazas, insultos y vejaciones de todo tipo. Me indigna la indiferencia con la que los demás compañeros, por miedo, no denuncian a los profesores lo que ven cuando estas agresiones se producen. Las familias de los agresores ni siquiera aparecen por el instituto y no siempre responden a las citaciones de los profesores o de dirección, de quienes no puedo tener queja en este sentido. ¿Qué ejemplo le están dando esas familas a sus hijos? Pasotismo, la regla del todo vale, sin consecuencias, la ley del más fuerte: de tal palo tal astilla. Desde casa, desde pequeñitos, hay que educarles en el civismo y el respeto, para evitar que se produzcan casos como el de mi hijo y hay que interesarse más por lo que pasa con nuestros hijos para prevenir que haya acoso entre compañeros, animándoles a actuar y a denunciar si lo detectan.
Cuando en un aula nos encontramos con un alumno conflicto, el camino más sencillo es enviar a dicho alumno a otro aula, esta opción parece la mas valida tanto para el docente como para el resto de alumnos que pueden llegar a ver limitado su trabajo diario.
En cambio no es nada educativo para el alumno conflictivo. El hecho de salir de una clase para pasar a otra es una opcion valida siempre que se acompañe de una labor educativa más directa, centrada en modificaciones de conducta, desarrollo de normas de convivencia...
Si no sucede asi no EDUCAMOS al alumno conflictivo simplemente evitamos tener presente el problema.
Entiendo que el objeto del aula de convivencia es provocar la reflexión y el autoanálisis de conductas por el alumno, aunque es posible que en algunos centros se utilice como aula de castigo.
Lo que me plantea dudas es la adecuación de un profesor de guardia para esta labor, ya que para que una intervención de modificación de condcuta sea efectiva es preciso un conocimiento del sistema del niño que dudo tenga éste.
Me parece que el aula de convivencia puede transformase en un aula de castigados demasiado fácilmente. Hay que tener muy claras las cosas para evitar esto.
Un saludo a todos y feliz año.
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